Hacienda Estrella.-
Por Pastor José Alberto Almonte.
El último domingo del mes de julio, en la República Dominicana se celebra el Día de los Padres.
Un día especial, dedicado al hombre responsable, a ese hombre que entiende correctamente cuál es su rol en una sociedad que cada día se corrompe más y que si no hacemos algo AHORA lamentablemente le estamos ofreciendo un futuro devastador a nuestros hijos.
La figura paterna juega un papel preponderante en la formación de nuestros hijos.
El modelo que nosotros como padres le ofrezcamos a nuestros hijos, va a determinar en gran manera su condición en la sociedad.
Carecemos en un mundo, donde el poder parternal positivo se está perdiendo; me refiero a poder paternar como la influencia buena que desde nosotros los padres le podemos transmitir a nuestros hijos y el poder paternal negativo es la herencia no material, sino valores y principios que podemos dejarle a nuestros hijos, a nuestra familia.
Un padre puede enviar a través de sus próximas generaciones la bendición de Dios o la maldición.
El poder paternal es como una herramienta, como un martillo, que sirve para extraer la verdad acerca de Dios de una generación y martillarla en la próxima generación hasta llegar hasta la otra, la otra y la otra.
La historia de Max Jukes en New York. El poder de la paternidad negativa:
En un estudio de 1200 de sus descendientes, resultados:
· 310 vagavundos
· 440 destruyeron sus vidas en la corrupción y suciedad
· 130 encarcelados en un promedio de 13 años
· 7 fueron asesinos
· 100 fueron alcohólicos
· 60 ladrones habituales
· 190 prostitutas
· Esta familia le costó 1.2 millones de dólares al Estado de New York, desde los años 1700 al 1800.
El aporte más sigficativo que podemos hacer a nuestra sociedad, no es lo que hago de mi
vida, sino lo que hacen de sus vidas, las generaciones que me siguen, como fruto de mi
influencia.
Necesitamos padres que establezcan su dinastía:
No podemos seguir permitiendo que el poder paternal negativo continúe ensuciando la corriente de nuestros descendientes. Cada uno de nosotros debe vigilar su propia vida y proteger a sus hijos de los efectos devastadores. Nuestra nación no necesita mas padres fantasmas, estilo dominó. Es necesario que tomemos la iniciativa y empecemos a formar una dinastía cristiana, de familia afectiva, ejemplar y solidaria a lo largo de las generaciones.
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